La pérdida de pelo puede suponer un problema tanto estético como psicológico para muchas personas. Por ello, existen hoy en día diversos tratamientos para frenarla. Entre ellos, habrás oído hablar del PRP o plasma rico en plaquetas para la alopecia.
El plasma rico en plaquetas no es más que la propia sangre del paciente que es centrifugada hasta obtener un suero rico en plaquetas. Estas plaquetas contienen muchos gránulos en su interior que a su vez contienen factores de crecimiento.
Por su parte, el PRP capilar es el tratamiento del plasma rico en plaquetas aplicado al cuero cabelludo para paliar los efectos de la alopecia. Esto se debe a que algunos de los factores de crecimiento de las células plaquetarias estimulan el crecimiento del cabello.
Independientemente de cómo se indique el tratamiento o con qué otros tratamientos o técnicas se complemente, el PRP capilar se realiza en estos sencillos pasos:
- Extracción de la sangre. Se extrae la sangre del paciente tal y como se realiza en una analítica de sangre rutinaria.
- Centrifugación de la sangre. La muestra previamente obtenida se centrifuga en un dispositivo especialmente diseñado para ello con el objetivo de separar las fracciones plasmáticas de la sangre de aquellas que no se requieren como los hematíes y los leucocitos.
- Aplicación o infiltración del plasma enriquecido en factores de crecimiento. Tras el paso anterior, se aplica cloruro cálcico al PRP capilar conseguido para que las plaquetas liberen factores de crecimiento y, posteriormente, infiltrarlo en las zonas a tratar.
Principalmente el PRP capilar produce como beneficio un aumento de la densidad del pelo del paciente y un aumento del grosor del cabello existente. Está especialmente orientado a aquellas personas jóvenes con problemas iniciales de alopecia. Por ello, en casos de alopecia severa este tratamiento no suele ser muy efectivo aunque sí se puede indicar en ocasiones para potenciar otro tratamiento capilar.